Saturday, July 29, 2017

Jot Down Cultural Magazine: Nostalgia remasterizada: recuerdos en alta definición

Jot Down Cultural Magazine
Jot Down 
Nostalgia remasterizada: recuerdos en alta definición
Jul 29th 2017, 10:04, by Jose Valenzuela

Imagen del primer paseo en la Luna. (DP)

Jot Down Magazine para Samsung

La llegada del hombre a la Luna. El asesinato de JFK. El «Españoles, Franco ha muerto». El 23F. Imposible recordarlos sin aquel borroso blanco y negro, sin aquel sepia sinónimo de nostalgia y tiempos pasados. Desde la irrupción del televisor en nuestros hogares, la calidad de la imagen no solo ha sido un fiel indicador del estado de la ciencia, sino que nos ha servido de referencia temporal a los espectadores del futuro, asociando épocas a la tecnología audiovisual de cada década. Y aunque nos ha ayudado a ordenar nuestro pasado de forma más o menos eficiente, cuanto más atrás nos vamos en el tiempo, mayor es la limitación técnica e informativa que encontramos en los programas y películas de entonces. Cuando la televisión era en blanco y negro, nos intriga saber qué colores había detrás de la dichosa escala de grises. Cuando nació el color, nos preguntamos cuál sería la verdadera medida de la luz, cuán verde era el verde del fondo. Pensamos en qué útil sería poder ver todos esos detalles, ya perdidos para siempre, en alta calidad.

Tal vez de ahí venga la fascinación con la que muchos recibieron, por ejemplo, la restauración a color de películas de la Primera Guerra Mundial. De alguna manera, aquello fue un viaje en el tiempo. Nos sentíamos más cerca de los soldados por el mero hecho de descubrir el verde de sus uniformes o el marrón del barro en las trincheras. Aquí en España sucedió lo mismo con los documentos de una guerra civil que no deja de estar presente pero que sigue anclada en el vetusto blanco y negro de antaño. Gracias a la Filmoteca Española pudieron salvarse muchos negativos y películas de la guerra, obras propagandísticas en la mayoría de casos, pero muy útiles para conocer el contexto en el que lucharon al colorear más de ciento cincuenta mil fotogramas dándoles otra vida, otra perspectiva.

Guerras más fantásticas también han pasado por el quirófano para adaptarse a los nuevos tiempos. George Lucas decidió en 1997, 2004 y 2011 que eran momentos idóneos para ir remasterizando los primeros episodios de Star Wars y, tal vez sin ser consciente, desencadenar una —o tres— de las mayores polémicas asociadas a la saga junto con la alegre decisión de dar vida a Jar Jar Binks —nusa no te lo perdonaremos nunca, George— o ese giro hacia el cine para todos los públicos que fueron los ewoks. Sin embargo, el linchamiento público no vino tanto por la determinación de mejorar digitalmente todos los efectos especiales y dar un lavado de cara a los colores y sonidos de la saga, sino de decisiones más arbitrarias como poblar de más bichos toda escena donde hubiera un hueco libre, poner a gritar un desgarrado «¡Noooo!» a quien no debería o hacer que Han Solo disparara después cuando todos sabemos que Han shot first.

Star Wars espisodio IV. Imagen: Lucasfilm.

Porque no nos gusta que jueguen con nuestros recuerdos. Nuestra memoria está ahí fuera, almacenada en vídeos y fotografías, pero también aquí dentro, en nuestras mentes. Y, aunque nos pese, rememorar acontecimientos del pasado se convierte —en más momentos de lo que nos gustaría reconocer— en experiencias de baja calidad donde desaparecen detalles, significados y, lamentablemente, emociones. De ahí viene nuestra lucha por lograr atesorar algunos de nuestros mejores momentos de la infancia. Casi se me cae la lagrimilla cuando pienso en aquellos eternos veranos que siempre se me hacían cortos, y donde mi mayor preocupación era despertarme tarde pero no tanto como para perderme los cuatro o cinco capítulos de distintas series que disfrutaba desde el sofá mientras los cereales se reblandecían en la leche con Cola Cao. Quién no querría que aquellos recuerdos fueran nítidos, sin mácula, que mantuvieran todo el color de entonces.

Ay, pero nuestra memoria no es una máquina perfecta que reconstruya al detalle cada sonido y cada color del momento pasado. La neurociencia nos ha demostrado que el recuerdo no solo depende del momento en que tuvo lugar la experiencia que lo causó, sino también del instante en el que lo rememoramos. Distintas investigaciones han demostrado que nuestra memoria es tan volátil que podemos crear nuevos recuerdos o manipular con relativa facilidad los ya existentes. Y no solo toqueteando sinapsis y neuronas: una buena técnica de manipulación psicológica y se nos puede convencer de que estuvimos allí donde no estuvimos, o que hicimos aquello que resulta que no habíamos ni pensado en hacer. Pero gracias a la tecnología, el cine, la televisión y las cámaras con ópticas de cada vez mayor resolución, contamos con documentos cada vez más fieles a la realidad que nos permiten viajar al pasado sin modificar ni un detalle.

Y lo que nos queda por ver. Los sistemas de realidad virtual avanzan a una velocidad endiablada y cada vez ofrecen experiencias más inmersivas, más reales. Empleando unas gafas como las Gear VR de Samsung ya podemos sentir que estamos allí, sea un allí geográfico, un allí temporal o un allí ficcional. Nos transportan a otras épocas y lugares. Y en un fuerte ejercicio de nostalgia podemos revivir acontecimientos históricos en primera persona, pasear por ellos y sentirnos rodeados por otra época y sus habitantes.

Pero no hace falta viajar al futuro para reconstruir el pasado en alta calidad. Samsung ha desarrollado las televisiones QLED para reproducir el cien por cien del volumen de color con cualquier nivel de brillo. Un cien por cien redondo gracias al uso de nanoparticulas denominadas Quantum Dot. Estos cristalitos, a diferencia de otras tecnologías, refractan la luz azul ampliando su longitud de onda de forma perfectamente controlada hasta crear el rojo y el verde, logrando colores más saturados y más puros, yendo de los negros más profundos al blanco más brillante. El resultado es una imagen más nítida, de colores más vivos y con un enorme contraste que, además, se presenta en un televisor más delgado y de consumo más eficiente. Póngame tres, por favor.

Y para demostrarlo, Samsung nos devuelve La bola de cristal como nunca lo habíamos visto —literalmente, dado que los televisores de entonces estaban más emparentados a las pantallas de radar de un submarino que a las televisiones actuales—. Tal como destaca Alaska en el vídeo de arriba sobre estos #RecuerdosEnAltaDefinición, la Bruja Avería era el perfecto equilibrio entre oscuridad y colores, y aunque entonces no tenían la tecnología necesaria para transmitirlos al público, siempre se podría volver a dar una oportunidad al programa si se realizara con la misma libertad. Así que si queréis remasterizar vuestros recuerdos con una nueva luz y color, echad un vistazo a la página que ha creado Samsung para la ocasión y contrastad los dos vídeos.

Dicen que los recuerdos son reconstrucciones imperfectas de la reconstrucción imperfecta que hicimos de un acontecimiento durante el instante en que sucedió. Luchamos por mantener en nuestra memoria momentos de nuestras vidas que la biología de nuestro cerebro desgasta en sus procesos neuronales. El recuerdo es dúctil, dinámico, cambia por su propia naturaleza y, sin embargo, nos negamos a que ocurra de esa manera. Y aunque no podemos ir contra natura, gracias a la ciencia estamos logrando plantar cara en esa batalla. Tecnologías como la de los televisores QLED de Samsung nacen para evitar ese deterioro y hacer nítidos nuestros recuerdos, como los de La bola de cristal. La nostalgia vuelve a nuestros hogares en alta definición. Y que por muchos años dure.

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