Saturday, October 7, 2017

Jot Down Cultural Magazine: Blade Runner 2049: espectacular y vacía como un holograma

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Blade Runner 2049: espectacular y vacía como un holograma
Oct 7th 2017, 10:41, by Javier Bilbao

Imagen de Warner Bros.

Siempre he pensado que la aparición de una obra maestra en el cine tenía una parte de azar, ahora bien, lo que constato con pesar en los últimos años es una racha que ya pasa de la mala suerte y empieza a entrar en el terreno de la maldición gitana. La alineación de planetas que requiere un guion brillante interpretado por unos actores en estado de gracia, una dirección artística inspirada y una banda sonora memorable no era cosa frecuente, pero se daba. Un buen ejemplo lo teníamos en Blade Runner. Algo conté en su día del tortuoso trayecto de una película que se estrenó sin demasiado éxito y que el tiempo convirtió en un clásico del cine.

Comenzó con un escritor de ciencia ficción documentándose en torno a la Segunda Guerra Mundial, perplejo ante la absoluta falta de empatía de los soldados nazis hacia sus víctimas, como si fueran máquinas antes que humanos. Una idea que combinó con el miedo posterior a la guerra nuclear, lo que le llevó a fantasear con un mundo posapocalíptico en el que la radiación obligaba a emigrar a las colonias espaciales a todo aquel que tuviera recursos. La novela de tan peculiar título que surgió de ahí estuvo cerca de ser adaptada por Martin Scorsese, en su volcado a guion cinematográfico se implicaron, entre otros, un actor americano que había vivido en España trabajando como bailarín de flamenco y tras diversos cambios sustanciales el proyecto se estancó durante años, avanzó y finalmente recayó en un cineasta británico de portentosa capacidad visual que sin embargo necesita un productor cerca recordándole que no todas las ideas que se le ocurren son una genialidad. Vaya si lo tuvo aquí, hasta el punto de que fue despedido, luego vuelto a contratar y el resultado final distó de satisfacer las pretensiones de Ridley Scott (en su trayectoria posterior ha podido hacer lo que ha querido, así le ha ido). Salvo un Harrison Ford que ya empezaba a despuntar, el elenco de actores no era apenas conocido y no obstante tuvo bastante libertad para aportar elementos a sus personajes, incluso alterando el guion. Vangelis cayó del cielo para añadirle la banda sonora, y qué decir de la dirección visual, inspirada por la atmósfera del cine negro supo representar como nunca antes las calles abigarradas con rascacielos y neones que por entonces solo se veían en Hong Kong o Tokio, mostrándonos un futuro que ya no eran espacios pulcros y luminosos tipo 2001 sino una superposición caótica de lo viejo y lo nuevo, que es a lo que el mundo posterior se ha acabado pareciendo. La suma de todo ello se puso al servicio de una historia que nos hablaba de la identidad personal y el sentido de los recuerdos, la empatía hacia nuestros iguales y, ante todo, la conciencia de la muerte como algo que nos hace frágiles y, también, nos hace humanos. En definitiva, hubo cierto azar, talento combinado de muchos implicados, una gran libertad creativa y respeto a la inteligencia del espectador, al que se quería contar algo y dejarle un margen para que lo interpretase.

Pues bien, poco de todo ello encontraremos en Blade Runner 2049. Denis Villeneuve era un director de magnífica trayectoria idóneo para el encargo, además se nota que es un gran admirador de la cinta original y muestra un gran empeño por serle fiel. Casi diría que excesivo. A lo largo de sus larguísimos ciento sesenta y tres minutos se suceden los guiños: un anuncio de Atari, el piano, las fotos, los origamis, los tests de Voight-Kampff, el émulo de Tyrell… incluso se escuchan fragmentos de diálogos de aquella. Se diría que esta secuela se siente tan abrumada por la sombra de la original que tiene que apelar a ella en cada momento para ganar respetabilidad. Así que a aquel que no le gustase la de 1982 es imposible que esta sí lo haga, porque parece tener como principal baza ser su heredera. Bien, vale, si este fuera el principal problema resultaría asumible. Pero no. Lo incomprensible es la otra referencia que Villeneuve parece haber tomado. La tragedia, señores, es que por momentos uno no sabía si es que estaba volviendo a ver Drive. El mismo Ryan Gosling lacónico y con la mirada perdida (se supone que pensando en cosas), los mismos diálogos lánguidos en escenas innecesariamente largas que terminan impacientando al espectador más predispuesto. Sorprende además la poca chispa que muestran. Recordemos cómo en la original Roy habla con su creador, este le dice que la luz que brilla con el doble de intensidad dura la mitad de tiempo y el replicante remata con «no haré nada por lo que el dios de la biomecánica me impida la entrada en su cielo». Impresionante. Aquí en cambio vemos a una mujer que vive encerrada en una sala hermética donde se pasa el día diseñando recuerdos, el protagonista le pregunta cómo puede hacerlo, y ella le responde que precisamente imagina las experiencias que no puede vivir. No, sí eso es precisamente lo que estamos viendo ¿de verdad era necesario explicitarlo? El guion se empeña en todo momento en explicarnos lo que vemos, lo que hacen o sienten los personajes, en subrayar lo obvio sin soltar de la mano al espectador, al que no parece considerar demasiado listo. No hay una carga filosófica comparable, más allá de algunas alusiones a los ángeles y las almas que bien podría haber firmado Coelho. Y sí, nos queda claro también que en el futuro habrá muchos hologramas: además de diálogos también hay escenas redundantes.

Algo más interesante resulta su hincapié en aquello que ya veíamos en Her, la sustitución de las relaciones sentimentales y sexuales con otros seres humanos por las virtuales con programas de inteligencia artificial. Siempre complacientes, dispuestos a decirnos todo lo que queramos oír, y en este caso con el arrollador aspecto de Ana de Armas. Probablemente lo mejor de la cinta, junto a la banda sonora y, eso sí, una estética deslumbrante. En conclusión: una película interesante a ratos, probablemente de las mejores del año, porque el nivel medio es bajo y parece que hoy en día se les haya secado el cerebro a los guionistas, o tal vez el cine ya lo haya inventado todo en el siglo XX y no queden más territorios por explorar. Una secuela que está muy lejos, desde luego, de aquella predecesora que cautivó para siempre nuestra imaginación.

Imagen de Warner Bros.

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