Friday, September 1, 2017

Jot Down Cultural Magazine: Ascenso y caída del Califato

Jot Down Cultural Magazine
Jot Down 
Ascenso y caída del Califato
Sep 1st 2017, 09:09, by Ricard García Vilanova

Fotografía: Ricard García Vilanova

Los que matan de cualquier forma posible en Susa, Ankara, el Sinaí, Beirut, París, Bruselas, Orlando, Estambul, Niza, Kabul, Londres o Barcelona son producto del Califato de Siria, Irak y Libia y de otros países que comulgan con ellos. Aunque hay una parte, la más significativa y letal, que viene de los propios países donde después se cometen esos mismos actos. Su perfil no es solo el de un fanático religioso; los hay con motivaciones económicas, sociales o simplemente psicopáticas, con niveles culturales diversos y clases sociales que abarcan todos los estratos. Ese es su verdadero peligro: viven y son como nosotros. Están entre nosotros aquí y ahora, esperando, dispuestos a morir matando, y ante eso no hay nada ni nadie que pueda detenerlos. La única forma es hacerlo justo antes de que decidan disparar contra una multitud de gente en un concierto o hagan estallar una bomba en un avión y matar muriendo. El problema es que el odio siempre genera odio, y toda acción siempre provoca una reacción, normalmente mayor que la causada.

Estado Islámico

En octubre de 2003, Jama'at al-Tawhid wal-Jihad (JTWJ), fundada por el jordano Musab al Zarqaui en 1999, comenzó sus operaciones en Irak. El 17 de octubre de 2004 Zarqaui jura fidelidad al sheik Osama bin Landen; como consecuencia, su grupo JTWJ fue renombrado como Al Qaeda en la tierra de los dos ríos, también conocido como Al Qaeda en Irak (Tanzim Qaidat al-Jihad fi Bilad al-Rafidayn). El 7 de junio de 2006, Zarqaui es neutralizado en un ataque liderado por las tropas americanas a ocho kilómetros del norte de Baquba. El 13 de octubre de ese mismo año se constituye el grupo Estado Islámico de Irak (EII) y Abu Omar al-Baghdadi es nombrado como emir del nuevo grupo. En abril de 2010 los líderes del EII, Abu Omar al-Baghdadi y el que fue líder de Al Qaeda en Irak después de la muerte de Zarqaui y posteriormente del EII, el egipcio Abu Ayyub al-Masri, son neutralizados por otro ataque de los Estados Unidos. En mayo de 2010, Abu Bakr al-Baghdadi es nombrado emir del mermado grupo. El 8 de abril de 2013, el Estado Islámico en Irak y Levante anuncia que Jabhat al-Nusra es su filial oficial en Siria, y que el grupo pasa a denominarse EIIL. En junio de ese mismo año, el médico egipcio Aymán al-Zawahirí (ex mano derecha de Bin Landen y jefe de Al Qaeda) se dirige a Jabhat al-Nusra y a Estado Islámico para que cada uno se ciña a su zona de responsabilidad.

Posteriormente a ese mensaje aún existen ciertos pactos de no agresión y colaboración entre ellos, como en la ciudad de Deir ez-Zor, donde era posible ver checkpoints del EI y de Jabhat al-Nusra a pocas manzanas unos de otros, aunque estos se rompen definitivamente a medida que el EI va teniendo más expansión y poder territorial.

En febrero de 2014 el Estado Islámico se separa de Al Qaeda. El 29 de junio de ese mismo año se proclama el establecimiento del Califato y se anuncia al sheik Abu Bakr al-Baghdadi como el califa de los musulmanes. El 4 de julio el califa se dirige a la umma (comunidad de creyentes del islam formada por todos aquellos que profesan la religión islámica, independientemente de su nacionalidad, origen, sexo o condición social) desde la Gran Mezquita de la ciudad de Mosul, pidiendo lealtad a todos los musulmanes del mundo. Bajo esta denominación de Califato, un vasto territorio entre Irak y Siria, con ciudades como Mosul o Al Raqa (donde finalmente ubican su capital), es el controlado por ese nuevo autoproclamado Estado, al que se adhieren además varios grupos que operan en otros países como Libia, Egipto, Afganistán y Nigeria.

El robo de la revolución por parte del yihadismo en Siria

El cambio, el punto de inflexión, el primero de todos que se produjo en Siria, fue en 2012, cuando de repente una pequeña parte de las personas que formaron parte de la fracasada revolución contra Bashar al-Ásad empezaron a abrazar a grupos extremistas y de corte moderado que poco a poco iban penetrando en el país, principalmente en Homs y Alepo, por Turquía y el Líbano con la aquiescencia tácita de ambos países. Era posible verlos en los puntos de entrada y salida ilegales, procedentes de diversos países; esperaban a que llegara la noche en jaimas o habitaciones de casas próximas a las fronteras, y las cruzaban de noche directamente ante la mirada impertérrita de los soldados que las custodiaban, o bien rompiendo alambradas y evitando torres de control, cruzando ríos o atravesando campos de cultivo interminables, pasaban de un país a otro, para emprender la guerra santa. Aquello representó el principio del fin de la revolución. Posteriormente fueron mutando hasta que muchos de ellos terminaron en Estado Islámico.

En los primeros meses EI estaba dividido: por un lado, los sirios autóctonos y, por otra parte, los que venían de otros países, por aquellas fechas principalmente eran tunecinos, egipcios, iraquíes y sauditas; estos últimos eran los que tenían los cargos de responsabilidad frente a los sirios, que eran relegados a responsabilidades menores. Al cabo de un cierto tiempo estos últimos fueron absorbidos y se unificaron en un solo grupo, mientras Jabhat al-Nusra, una organización salafista terrorista creada en 2012 (actualmente Jabhat Fateh al-Sham), y Harakat Ahrar ash-Sham Al-Islami (Movimiento Islámico de los Hombres Libres del Levante), que era una coalición de unidades islamistas y salafistas fundada por prisioneros políticos islamistas, iban perdiendo terreno y adeptos. Este último, Ahrar ash-Sham, fue el más poderoso en 2013, cuando llegó a contar con veinte mil adeptos. El objetivo también era la instauración de un Estado islámico, pero de corte moderado y en el lado opuesto del reinado de terror de EI. Se ganaban a la población repartiendo mantas y comida en Idlib, además de creando escuelas. Ahrar al-Sham fue responsable de rescatar al periodista de la NBC Richard Engel y a su equipo, que estaban retenidos en una granja de pollos cerca de la frontera, en un golpe de suerte en un checkpoint cuando los secuestradores trasladaban al equipo; en la operación murió una persona durante el intercambio de fuego. Descabezado en su cúpula por un atentado en 2013 cerca de la frontera turca en Idlib, fue perdiendo peso hasta el día de hoy, en que ha recuperado parte de su influencia y se presenta como una opción plausible en el tablero sirio.

Oeste vs. este sirios

Paralelamente, el ELS (Ejército Libre Sirio), el que se supone era el baluarte de la revolución en 2011 y que finalmente se diluyó porque nunca hubo una unificación de poder ni una cohesión real, aún tenía cierto peso específico en zonas como Deir ez-Zor o Alepo entre 2013 y 2014, pero los que realmente tenían los recursos logísticos y económicos de los países del Golfo eran los grupos extremistas como EI o Jabhat al-Nusra. Lo que sucedía en esos meses era un absoluto despropósito, y así cargamentos de armas enteros enviados por Estados Unidos para el ELS procedentes de Turquía para la ciudad —dividida en esa época— de Deir ez-Zor podían terminar en más de un cincuenta por ciento en manos del EI, porque para llegar a dicha ciudad tenían que atravesar varios checkpoints controlados por estos. También se dieron pactos secretos entre Jabhat al-Nusra y el Gobierno de Al-Ásad para no destruir la principal refinería de Deir ez-Zor y que siguiera alimentando Damasco, mientras camiones de Turquía se llenaban de oro negro a mitad de precio y Jabhat al-Nusra se llenaba los bolsillos junto con otras katibas (batallón de milicianos) que actuaban como mafias hurgando en los restos, y que generaban beneficios astronómicos con el contrabando. Todo eso también formaba parte de ese circo a finales del 2013 en la provincia de Deir ez-Zor, mientras en la ciudad se sucedían diariamente las muertes de civiles a consecuencia de los morteros y los combates, que eran enterrados en lo que anteriormente fue un gran parque infantil, junto con los columpios y palmeras, rodeado de edificios destruidos.

Por eso mucha gente vio al EI como una opción plausible. El hecho de querer instaurar un Califato era un mal menor y futuro, y ¿por qué no, si hasta ahora el modelo no había funcionado? Esta era una nueva opción. El problema es que no se dieron cuenta del precio que tendrían que pagar hasta que fue demasiado tarde, cuando este grupo básicamente secuestró la revolución y la convirtió en un conflicto sectario, en el que solo hay un elegido y son ellos; esto es lo que dicen: «La Gente del Libro (cristianos y judíos) se dividieron en setenta y dos grupos, y mi comunidad se dividirá en setenta y tres grupos, todos irán al Fuego, excepto uno, el cual es la Jamâ'ah (el Grupo)».

Sunitas, chiitas, kurdos, cristianos, armenios juntos, enfrentados al régimen de Al-Ásad, era algo que se vio al principio de la revolución, pero al cabo de unos pocos meses todo esto se volatilizó. Y esto sucedió porque ni la Liga Árabe ni la comunidad internacional hicieron nada, absolutamente nada. Abandonaron a los civiles a su suerte. En ese escenario, en ese preciso momento, si se hubiera creado una zona de exclusión aérea donde los civiles se hubieran podido proteger, seguramente hoy el contexto del conflicto sirio sería otro. Realmente los únicos que pagaron el precio de la guerra, como desde siempre ha pasado, fue la población civil. La realidad es que aquello no sucedió, y la gente solo tenía dos opcione: tratar de escapar a países vecinos como Líbano, Turquía, Jordania o Irak, o quedarse y morir. De toda la gente que conocí entre 2011 y 2012 la gran mayoría murieron, murieron bajo los bombardeos que cada vez eran más salvajes, murieron en combates sin ningún sentido, murieron por el control de una parte del negocio de la guerra o, simplemente, murieron.

En Homs, en febrero de 2012, vi por primera vez un niño con un disparo en la cabeza, uno solo en el centro de la frente. Los civiles ya eran moneda de cambio para sembrar el terror y la represión, de forma premeditada. El niño de cinco años Yazan Gassan Rezk, que había salido a jugar en la ciudad de Al Quseir en el momento en que los tanques y los morteros del régimen dejaron de bombardearla, fue solo una más de las más de cuatrocientas mil víctimas que ha dejado ya este conflicto. Sus padres apenas tuvieron tiempo de enterrarlo porque las bombas empezaron a caer de nuevo.

Durante los primeros bombardeos en la sitiada ciudad de Alepo, a la que durante unas semanas solo se podía acceder atravesando en coche los checkpoints que Al-Ásad tenía en cada una de las entradas principales de la ciudad, tentando a la suerte y esperando que ese día los soldados no decidieran parar ese coche, te adentrabas en una ciudad ya fantasmagórica, vacía, con esqueletos de coches quemados abandonados, casas destruidas y ni un alma en las calles. Estos primeros bombardeos fueron solo con tanques y morteros, después vinieron los helicópteros, los aviones, siempre en pequeñas dosis, calculadas para no tensar demasiado la cuerda y ver hasta dónde se podía llegar sin romperla en las resoluciones insustanciales de Naciones Unidas, hasta que de repente llegaron los barriles bomba con los que ciudades enteras quedaban arrasadas, como la de Taftanaz en la batalla que tuvo lugar por el control del aeropuerto. Los Scud marcaron un punto de inflexión en el terror —no los oías, solo una explosión y la onda expansiva del viento— y destruían manzanas enteras de la ciudad de Alepo matando todo lo que quedaba debajo. Y, finalmente, las armas químicas, que nunca representaron la línea roja del presidente Obama. Total impunidad para matar.

Las primeras manifestaciones de 2011 fueron de gente reunida en las plazas de pequeñas poblaciones. En una de ellas, en Jabal Zawiya, en la que ni tan siquiera sus proclamas estaban en inglés, pues apenas había cobertura internacional informativa, empezaron a disparar sobre los manifestantes. El silbido de las balas, junto con las noticias de que los tanques y el ejército estaban a las puertas de la población, hizo que la gente se dispersara. Al día siguiente, unos pocos hombres sin experiencia militar y con armas absolutamente obsoletas se disponían a enfrentarse a un ejército que les superaba en número y en potencial armamentístico. El modus operandi del ejército era siempre el mismo. Primero bombardeaban la población con los tanques, después entraban en la misma, por lo general cuatro o cinco días, mataban a unos cuantos y se iban. Una vez pude entrar en una población tomada por el ejército en una furgoneta por lo que ellos llamaban la «carretera de la muerte», porque a veces destruían a los coches que llegaban sin reparar en quién iba dentro. Las calles estaban vacías, solo patrullas del ejército y charcos de sangre en una mezquita destruida. Cuando los militares se iban, por las noches la población enterraba a sus muertos bajo la luz de las velas.

Finalmente, entre 2013 y 2014 el EI consiguió su objetivo, y el país se hundió en un apagón informativo a consecuencia de los secuestros y asesinatos de varios informadores locales, de los cuales los medios internacionales ni tan siquiera dejan constancia, y occidentales, entre ellos los de Jim Foley, Steven Stoloff y David Haines, así como del cooperante británico Alan Henning, que pasaron a la historia como los cuatro primeros ejecutados por este grupo públicamente, y ampliamente difundidos por medios occidentales. Estos solo han sido el altavoz de la gran maquinaria propagandística del EI. En las zonas controladas por ellos solo distribuyen sus vídeos y su revista oficial Dabiq, y esa resonancia de Occidente fue uno de sus principales errores y el leitmotiv del EI para ser cada vez más crueles en los asesinatos públicos.

En otras zonas del país aún es posible el acceso, como en Kobane, donde el EI logró uno de sus principales golpes de efecto informativo ya que uno de los vídeos protagonizados por el fotógrafo británico John Cantlie, secuestrado en 2012 en Idlib, muestra esta ciudad fronteriza con Turquía como una gran victoria en el punto máximo de su extensión territorial. Con ayuda internacional y del Kurdistán irakí, y un setenta por ciento de la población de Kobane destruida, las YPG (Unidades de Protección Popular kurdas), el ELS (Ejército Libre Sirio) y los peshmerga («aquellos que enfrentan la muerte»), que son combatientes kurdos armados, la liberaron el 27 de enero del año 2015.

Tras la liberación de Mosul y el inicio de la campaña de Al Raqa, desproveer al EI de su territorio es desproveerlo de su legitimidad a autodenominarse Estado. Baghdadi en un mensaje dijo: «Hemos sido vencidos en la ciudad, nos vamos a las montañas», y no solo estarán en las montañas de Irak, Afganistán, Pakistán, sino que seguirán estando entre nosotros, y eso a efectos prácticos supondrá que los atentados terroristas serán mas virulentos y crueles, porque, no olvidemos, toda acción siempre provoca una reacción, normalmente mayor de la causada.

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