Tal vez no sea esta la escena más sensacional jamás rodada, pero tiene algo que la hace digna de ser recordada. Cuando hablamos de la música en el cine podemos distinguir entre aquella llamada diegética, si forma parte del universo representado de manera que los espectadores oyen lo mismo que los personajes, o por el contrario puede ser un añadido externo y en tal caso recibe el nombre de extradiegética (para más detalle pueden leer este artículo). Así que al grabarse William Dickson en 1894 tocando el violín mientras dos compañeros suyos bailaban agarrados, puede decirse que inventó la música diegética. Desde entonces el cine ha mostrado en infinidad de ocasiones a gente cantando, bailando o tocando algún instrumento, haciendo de la música algo más que una banda sonora hasta convertirla en coprotagonista de la historia que se narra. A menudo esas composiciones que se interpretan ya existían previamente, pero esa escena de la que pasan a formar parte les da un nuevo significado y siempre que volvamos a escucharlas nos vendrán a la mente dichas imágenes. Recordaremos a continuación algunos de esos momentos especialmente memorables, voten su favorito o cuéntennos en los comentarios cuál es el que más les gusta.
(La caja de voto se encuentra al final del artículo)
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«I Wanna Be Loved By You», en Con faldas y a lo loco
Betty Boop es uno de esos iconos de la cultura pop tan omnipresentes que cuesta imaginarle un origen. Pero lo tuvo, claro, fue en 1926 cuando un dibujante encontró la inspiración en la cantante y actriz Helen Kane, que comenzó en el espectáculo junto a los Hermanos Marx y alcanzaría la cima de su éxito con el tema «I Wanna Be Loved By You». No fue su voz sin embargo la que terminaría quedando asociada al tema sino la de Marilyn Monroe, que recreó ese tono juguetón de la interpretación original y le añadió además su carga erótica característica. El resultado fue tan bueno que la escena se convirtió en una de las más recordadas de este clásico de Billy Wilder.
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«Blue Velvet», en Terciopelo azul
El cine de David Lynch tiene en la música una de sus señas de identidad. Es habitual ver en sus películas alguna interpretación que deja absortos a los protagonistas y a nosotros con ellos, como aquella tan sentida de Mulholland Drive o la que tienen sobre estas líneas y da título a la película. El autor original de la composición fue Bernie Wayne, de la que en 1951 Tony Bennett haría esta versión y Bobby Vinton doce años después otra que sería la más conocida. Luego llegó Isabella Rossellini en esta escena y más recientemente Lana del Rey también la ha hecho suya, en un vídeo que homenajea a la película de Lynch.
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«La Música Nocturna de Madrid», en Master and Commander
La animada vida nocturna de la capital parece que ya llamaba la atención de propios y extraños en el siglo XVIII, así que Boccherini, italiano aunque al servicio de la corte española, le dedicó esta composición. Tiempo después tenemos al capitán y al médico de la Surprise tocándola en alegre camaradería y cuando el deber lo permite. Aquí otra interpretación que suena también estupendamente.
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«Tutti Frutti», en Top Secret
Para una película que combina el rock estadounidense, la RDA, el nazismo y la resistencia francesa en un mismo tiempo y espacio, no podía resultar más oportuno un tema titulado «Tutti Frutti». El original fue el que lanzó a la fama a mediados de los cincuenta a Little Richard, luego tuvo una versión de Elvis Presley, que es en la que se basa —sobre todo en el estilo de baile— esta otra que interpreta de forma tan inoportuna Val Kilmer.
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«Que Sera, Sera», en El hombre que sabía demasiado
La autoría de la canción corresponde a Jay Livingston y Ray Evans aunque es a Doris Day a quien permanecerá ya vinculada para siempre, que la canta en un par de ocasiones a lo largo de la trama, haciendo de ella una parte fundamental de la historia.
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«Minueto en sol mayor», en Sueños eléctricos
En 1984 los ordenadores tenían un aura inigualable de invento revolucionario, así que Apple podía evocar la distopía de Orwell en un anuncio para vender uno y colaba, igual que esta película nos contaba la historia de uno que tomaba conciencia de sí mismo tras caerle líquido en el teclado. Tratándose de un artefacto tan misterioso no sonaba descabellado… En cualquier caso esta escena era muy simpática, con ese dueto versionando una composición atribuida tradicionalmente a Bach, aunque el verdadero autor parece ser Christian Petzold. Aquí pueden escuchar el original.
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«Balada en sol menor», en El pianista
Tras haber evitado ser destinado a un campo de concentración, Wladyslaw Szpilman pasó un tiempo vagando entre las ruinas de Varsovia como un Robinson Crusoe contemporáneo hasta que fue encontrado por el oficial Wilm Hosenfeld. En contra de lo que cabía esperar, al saber que antes de la guerra era pianista le pidió que mostrase su talento en un piano que había en el lugar, por lo que este interpretó «Nocturno en do sostenido menor» de Chopin, algo que muchos años después volvería a hacer aquí. Para la película se utilizó sin embargo otra composición del músico polaco, aunque el efecto dramático en el espectador sea similar.
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«Man of Constant Sorrow», en O Brother
Este tema de música folk tradicional se popularizó en los años cincuenta gracias a The Stanley Brothers (aquí pueden escucharlo), casi medio siglo después los hermanos Coen lo retomaron haciendo que tomase un papel fundamental en el desarrollo de la trama, con una versión que además suena bastante mejor.
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«Tu vuò fà l’americano», en El talento de Mr. Ripley
Fue compuesta en 1956 por el cantante napolitano Renato Carosone y gracias a su éxito no tardó en dar el salto al cine, donde fue interpretada primero por Sofía Loren, y más adelante por Jude Law y Matt Damon. Un actor este último, por cierto, capaz de cantar en registros completamente diferentes en otras películas.
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«Makin’ Whoopee», en Los fabulosos Baker Boys
Tuvo su origen en un musical de 1928 y desde entonces la han cantado desde Ella Fitzgerald, hasta Frank Sinatra. Michelle Pfeiffer cantándola subida en el piano es la escena más icónica del film.
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«Man with a Harmonica», en Hasta que llegó su hora
Aquí estamos ante un ejemplo paradigmático de música diegética, al estar tan integrada en la narración que prácticamente es parte del diálogo. Armónica se llama el protagonista, pues acostumbra a tocar este instrumento como forma de comunicarse y, como veremos en el desenlace, no hay mejor manera de expresar su venganza hacia el villano interpretado por Henry Fonda. Como curiosidad ese sonido del molino de viento que podemos escuchar al final fue empleado por la banda australiana Midnight Oil en su tema más conocido.
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«Let My Baby Ride», en Holy Motors
L. Burnside fue un guitarrista y cantante de blues de nombre no muy conocido aunque su música haya estado presente en series como Los Soprano y A dos metros bajo tierra. Esta peculiar cinta francesa le dedicó la hermosa escena que vemos sobre estas líneas, con un grupo de acordeonistas tocando en el interior de una iglesia (aquí el tema original).
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«After Dark», en Abierto hasta el amanecer
Curiosamente el grupo Tito & Tarantula había compuesto esta canción de tema vampírico antes de que se rodara la película y sin relación con ella. Al director Robert Rodriguez le gustó tanto que además de incluirla en la banda sonora les hizo participar en un cameo tocándola en el local La teta enroscada. Sin duda el mejor momento de sus ciento ocho minutos de duración.
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«Somebody to Love», en Un loco a domicilio
Así sonaba la canción cuando fue tocada por primera vez por Grace Slick & the Great Society. Poco después la cantante se marchó al grupo Jefferson Airplane llevándose el tema consigo y fue donde adquirió el estilo con el que luego ha sido recordada… hasta que Jim Carrey la interpretó con esa voz imposible en el karaoke de esta escena, sin duda la mejor de la película.
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«Fame», en Algo Salvaje
No podíamos concluir sin recordar al recientemente fallecido Jonathan Demme. Este ha sido uno de los títulos más citados en los últimos días y es que si tuviéramos que hacer una selección de películas que mejor definieran los ochenta estaría entre las primeras. Nada menos que cuarenta y nueve canciones incluyó en su banda sonora, que iban desde el reggae hasta la salsa, de entre las que cabe destacar esta versión del tema «Fame» de David Bowie que el grupo The Feelies tocaba en una de las escenas clave, en la que vemos al protagonista ya más desinhibido y apuntando maneras de lo que más adelante haría junto al mencionado Carrey.
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