Saturday, August 26, 2017

Jot Down Cultural Magazine: El verano en que dejamos de masturbarnos con VR

Jot Down Cultural Magazine
Jot Down 
El verano en que dejamos de masturbarnos con VR
Aug 26th 2017, 08:41, by Francisco Miguel Espinosa

Foto: Cordon Press.

Hay una frase de la serie Californication, esa maravillosa ficción protagonizada por David Duchovny sobre el mundo de la literatura americana que ya no sé si es misógina o paradójicamente feminista, que se me quedó grabada. Hank Moody le dice a su hijo: «La masturbación va a seguir formando parte de tu vida».

En el caso de los hombres, no tanto en las mujeres, la masturbación forma parte de sus vidas para siempre. Es algo de lo que casi nadie se libra. Hay épocas en que se convierte en un compañero inseparable con el que pasamos al menos un ratito al día, y otras en que supone una vía de escape para de vez en cuando. Un ritual que ayuda a empezar (o terminar) el día. Tenga cada uno la relación que tenga con la masturbación, podríamos estar horas con el tema. Quiero decir, hablando de ello.

La tecnología ha llegado para condenarnos a un verano de onanismo. Y, quizás, a una vida entera. La realidad virtual tiene muchos usos, algunos muy interesantes, la mayoría una chorrada. Como todo lo que hacemos con la gran inteligencia humana. El último hito es la pornografía virtual. Si esto fuera una distopía steampunk, el anuncio de un hombre con un casco puesto, en estilo de litografía, y el texto «REMEDIO PARA LA HISTERIA MASCULINA», podría verse en todos los periódicos. A través de la tecnología de realidad virtual, con la que llevamos soñando desde los años ochenta, se nos abre un nuevo mundo de pajas. Como nunca antes.

Así que para poder descubrir de primera mano sus virtudes y defectos, me he impuesto el papel de Dr. Jekyll y he experimentado conmigo mismo. He pasado varios días probando la pornografía en realidad virtual, y estos son mi apuntes:

El equipo

La consola más vendida del mercado será también el objeto de experimento: Playstation 4 y unas gafas Playstation VR. No creo que la diseñaran con este propósito. Durante una época, fui muy aficionado al porno, ahora algo menos. Me acerco a los treinta y tengo que trabajar a diario, tengo que comer sano y luchar contra la página en blanco, por lo que cada vez me quedan menos ganas de buscar vídeos excitantes en la web. Las gafas de realidad virtual cuentan con algunas aplicaciones de vídeo, aunque estas no contemplan (de momento) producción para adultos. Así pues, manos a la obra (perdón).

La categoría

Esto es como hacerse una paja con catorce años. La generación actual estará de vuelta de todo, pero los millennials recordamos la época de Canal + y las películas porno casi sin volumen. La primera sensación es muy parecida. En YouTube hay una sorprendente cantidad de vídeos tutoriales sobre cómo utilizar un sistema de realidad virtual para ver pornografía. Verídico. No es que te lo pongan fácil: en Pornhub (que ha anunciado sus planes para tener una app propia para sistemas de consolas) puedes descargar los vídeos, meterlos en una memoria USB y pasar esta a la consola. Una vez puesto el casco, se reproducen a través del reproductor oficial de Playstation. Entre las categorías disponibles, están las clásicas: teen, cumshot, MILF… No hay muchos vídeos disponibles, imagino que debido a que la producción es más cara y, como no todo el mundo tiene esta tecnología en casa, la oferta se reduce a unas cuentas producciones selectas. En el recuadro de la página, tres chicas desnudas componen una especie de bodegón sexual. Forma parte de la categoría teen. Hay oferta para todo tipo de cascos de realidad virtual (HTC Vive, Oculus Rift, Playstation VR), pero las producciones están muy enfocadas hacia el público masculino. Bueno, supongo que el 90% del porno está pensado para hombres. La industria pornográfica se jacta de renovarse con cada nueva obra, con cada nueva productora, pero al final todo se reduce a lo de siempre: rodajes en que el sexo se convierte en una suerte de ejemplo deformado de lo que debe ser una relación sexual. Y risas del público. Descargo en la memoria USB el vídeo con las tres chicas (dos rubias, de aspecto de Europa del este y una afroamericana que responde al apellido Foxxx) y pienso que no está mal para empezar.

Consideraciones de seguridad

Como adolescente, que te pilen masturbándote debe de ser de las peores vergüenzas que se puede experimentar. Cuando te vas haciendo mayor, practicar sexo en algún lugar en que puedan pillarte es una fantasía recurrente y estimulante. Salvo si te pillan teniéndolo contigo mismo. Eso es algo más o menos universal. Lo primero que vamos a tener en cuenta es mantener la puerta bien cerrada. No queremos miradas indiscretas. Esto se puede aplicar a la pornografía analógica. En serio, cierra muy bien la puerta. Con el casco y privado del sentido del oído, la pornografía en realidad virtual es lo más parecido a una experimentación sensorial de primer nivel. Lo siguiente es desconectar el cable que va al televisor, de tal manera que lo que se vea en las gafas no aparezca también en la pantalla. Playstation VR está lleno de detalles, y uno de ellos es la posibilidad de disparar la imagen en dos direcciones: al visor y a la pantalla, de tal manera que todo sea visible. En el onanismo, no todo tiene que ser visible.

Vídeo de muestra de AliceX.com

Ya estamos preparados.

Desconcertado

Lo que nadie ha mencionado es que el porno en realidad virtual no está a escala y no es en 360 grados. Al menos, el vídeo de las tres chicas que me he descargado. Voy a explicarlo en palabras simples: las chicas son gigantes. Este vídeo se ha grabado como si tú fueras el actor, y las actrices estuvieran sobre ti, acercándose a tu oído, susurrándote palabras sucias y masturbándose sobre ti. Miras hacia abajo y la polla que ves no es tu polla, es necesario un ejercicio de imaginación. Lo que no puedo hacer es ignorar el hecho de que las actrices son gigantes. Es como estar rodeado por amazonas o diosas griegas; como estar a punto de ser devorado por la mujer de cincuenta pies. Por tres mujeres de cincuenta pies.

Lo siguiente es mirar hacia atrás y ver la oscuridad. La producción porno aún no tiene la exquisitez (o la ambición) de otras producciones en realidad virtual, por lo que deben pensar que nos basta con ver lo que tenemos delante. Es decir, mujeres desnudas. ¿Quién narices va a mirar hacia atrás? Pues, si lo haces, verás que no hay nada. El vídeo se corta y solo hay un fondo negro. Así que es como si estuvieras a punto de caer en un abismo oscuro si dejas de mirar las tetas que tienes delante. Las tetas gigantes. Los vídeos de realidad virtual que no son en 360 grados, sino en 180, también son bastante populares, aunque arruinan un poco la sensación de verse inmerso en la experiencia.

Cero excitación

Mira que lo intento, pero no me pone. Es todo un poco desconcertante. Las mujeres gigantes se ponen sobre mi falso pene y cabalgan en él; los gritos son tan estruendosos (y falsos) que tengo que bajar el volumen de los auriculares. Tampoco tengo claro qué debería hacer: ¿sacármela y masturbarme mientras miro al vacío con las gafas de realidad virtual puestas? Toda esta sofisticación para una paja normal y corriente parece fuera de lugar. El vídeo termina con una eyaculación que no es mía.

¿Que harán las mujeres?

Dudo que ellas quieran fingir que son un tío tumbado en una cama y rodeado por amazonas gigantes. Tengo que bucear por archivos torrent y otros sitios porno de menor bagaje que Pornhub para dar con un vídeo para ellas. O eso promete la descripción. Sin embargo, pronto queda claro que esto va a ser menos erótico aún: un gigantesco actor negro me empotra, sudando sobre mí. Miro hacia abajo y veo que tengo tetas, que rebotan ante las embestidas. Miro alrededor y vuelve el abismo negro: ningún productor porno debe haber pensado en el escenario. Al porno se la suda el horror vacui, está claro. El actor enfoca hacia mí un enorme miembro que gotea un poco. Es increíble lo que ha conseguido el HD. Sé que debería tomar la opinión de alguna mujer, pero me la voy a jugar y voy a aventurar que esto no puede poner a ninguna mujer. Ni mujer ni hombre.

Se me ocurren otras mil formas de aprovechar el potencial de la realidad virtual para la autosatisfacción, pero, por más que busco, menos encuentro. El porno clásico, el rápido metesaca, las posturas absurdas y los primeros planos de genitales depilados parecen poco adaptables a esta nueva tecnología. Y los tamaños son desconcertantes. En lugar de sentirme inmerso en la acción, me siento como si hubiera pegado los ojos a la pantalla. Si te tocas así, te quedarás ciego.

Soft

Consigo hacerme con algunos vídeos que no son porno en sí. El primero de ellos es una escena en alguna playa estadounidense en que unas chicas saltan sobre camas elásticas en bikini. Como espectador, me encuentro dentro del círculo. Para mi fortuna, son de tamaño normal. Miro a mi alrededor y compruebo que la oscuridad ya no me persigue. Respiro aliviado. Esto sí es estimulante. Las chicas (con cuerpos increíbles) saltan en las camas elásticas y se ríen. No llegan a quitarse la ropa ni pasa nada realmente erótico, pero es más estimulante. No consigue excitarme como para querer masturbarme, pero está bien. Mejor que el porno. Sigo buscando y encuentro algunas cosas similares: clases de fitness, modelos que hablan con la cámara, desfiles de lencería, que resultan más creíbles y eróticos que la pornografía en realidad virtual. Sigo sin encontrar prácticamente nada enfocado al público femenino. Hace tanto calor que estoy harto de llevar las Playstation VR puestas y decido que ya he tenido suficiente. Que todas las promesas de la realidad virtual en cuanto al sexo, todo lo que nos enseñó Demolition Man, son falsas.

La experiencia ha sido un tanto decepcionante. Muchas compañías de las consideradas importantes dentro de la industria porno (Brazzers, Digital Playground, Pornhub) han declarado su interés por esta tecnología. Pero ¿cómo hacer algo interesante? No es tan simple como grabar polvos en 360 grados y colgarlos en la web. Tiene  que haber una evolución en la industria. Pensar en la interacción, en la inmersión. La realidad virtual es una tecnología del desarrollo, en que el artista (y el erotismo aún debería ser un arte) puede gozar por primera vez de una nueva herramienta para la expresión. Sin embargo, poco hay de eso en las producciones actuales. Se parece más a una adaptación: la pornografía no parece haber entendido la realidad virtual.

Como conclusión

  • El porno ya no es lo que era (signifique eso lo que signifique).
  • El tamaño sí importa (sobre todo el de las personas con las que finges follar).
  • La realidad virtual puede que no se haya pensado para hacerse pajas.
  • El porno aún tiene mucho que aprender de las mujeres.
  • La gracia de la inmersión es la sensación de 360 grados. Todo lo demás parece un vídeo mal adaptado.
  • La tecnología solo puede cumplir la mitad de nuestras expectativas.

Si hay que sacar una frase que resuma la experiencia, son las ganas que me han dado de salir y conocer gente real. Ver a chicas reales y tener relaciones (sexuales o no) con personas de verdad. La tecnología a veces es la respuesta, pero no siempre. Este es el verano en que  empezamos y dejamos de masturbarnos con VR y volvimos al mundo real.

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